Adaptación y continuidad: lecciones de la economía mexicana para las empresas familiares

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La economía mexicana en 2025 muestra un panorama complejo, pero con señales de resistencia. A pesar de la incertidumbre global, marcada por tensiones arancelarias, conflictos geopolíticos y volatilidad financiera, el país ha desafiado los pronósticos. Lo que en un inicio se anticipaba como una contracción de -0.3%, pasó a un crecimiento, aunque modesto, de 0.2%, según las proyecciones del Banco Mundial. Este desempeño habla de una capacidad de adaptación que se refleja en todos los niveles, incluyendo el de los negocios familiares.

Los datos de empleo son una muestra clara de esa dualidad. En el primer semestre, la economía se sostuvo principalmente en la informalidad, con más de un millón de empleos generados en este sector frente a la pérdida de 278 mil empleos formales. Sin embargo, a partir de julio, la formalidad ganó terreno con la incorporación de más de 1.2 millones de trabajadores, muchos ligados a plataformas digitales. Este ajuste es relevante para los negocios familiares: la formalidad no sólo abre acceso a financiamiento y crecimiento, también otorga estabilidad en el largo plazo.

La inversión fija bruta, que representa 23% del PIB y alcanzó en 2024 su mayor nivel desde 1981, evidencia que, incluso en un entorno incierto, existen sectores dispuestos a sembrar para el futuro. Para las empresas familiares, esta tendencia es una invitación a mirar más allá de la operación diaria y considerar cómo sus decisiones actuales impactarán en la continuidad generacional. Como advierte John Maxwell, el crecimiento no es automático: requiere intención y planeación.

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Otro dato a destacar es el papel del consumo privado, que se ha mantenido como motor del PIB, aunque condicionado por la contracción en importaciones. Esto abre espacios para la producción nacional, un terreno en el que los negocios familiares pueden fortalecer su presencia si logran adaptarse con innovación y calidad.

La inflación dentro de la meta del Banco de México (3.5%) y el alza en salarios reales aportan un clima de relativa estabilidad en el corto plazo. En este sentido, el desafío no es sólo sostener la operación, sino aprovechar el momento para formalizar procesos, invertir en capacitación y profesionalizar la gestión familiar.

La lección es clara: así como la economía mexicana resiste y se ajusta frente a los vaivenes globales, los negocios familiares también deben hacerlo. La resiliencia no consiste únicamente en sobrevivir, sino en aprender a leer los cambios, anticiparse a ellos y construir un legado sólido para las siguientes generaciones.

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